Lee los pasajes presentados en esta sección y revisa el vocabulario que es nuevo para tí. Responde a cada pregunta y chequea tus respuestas.
Caperucita Roja
-¡Caperucita! -le dice mamá- tu abuela está enferma; esta cesta de comida le tendrías que llevar; cuidado, hija, el bosque es peligroso y te debes apresurar. Como todavía es muy niña y le encantan las flores y los animalitos, un ramito preparó hasta que atardeció. El lobo, que era muy pillo, se interesa por la niña y, haciendo cara de bueno, le pregunta a dónde va.
-Voy a ver a mi abuelita que está enfermita en la cama. -Hazme caso, bonita, sigue por esta vereda que es como hacer una carrera. El lobo, que conoce el bosque, le indica el camino largo, para llegar él primero por el sendero más corto. Si le miráis a los ojos, le veréis malo y tramposo. Aquella bestia corre y no espera y llama donde la abuela. -¿Quién es?, ¿quién anda ahí afuera? -Soy yo, Caperucita. -Entra, entra, hijita.
El fiero animal duda un momento, sólo lleva un pensamiento: comerse a la abuela primero y esperar a la niña en la cama disfrazado de viejecita. Y llega Caperucita, más alegre que unas pascuas, al portal de su abuelita. -Entra, hijita, la puerta está abierta. La pobre se acerca a la cama, donde ve a la abuela muy rara.
-¡Vaya ojos y qué orejas!, ¡y estos dientes y tus cejas! -Basta, voy a comerte también. -No es normal que tarde tanto -cuenta su madre asustada a un leñador mientras tanto-. Corren y pronto ven al lobo durmiendo con su pesada barriga. Echan mano de su hacha y con delicado cuidado abren al lobo la panza, salvando a la nieta y a la abuela.
Un cuento clásico
Un pueblo pintoresco
El asombro se crece y se encarama sobre los riscos a treinta y ocho kilómetros de Teruel. Desde Zaragoza hay que tomar el desvío a la derecha poco antes de llegar a la capital turolense.
La vega del Guadalaviar depara no pocas perspectivas gratas: detrás de cada curva espera un nuevo paisaje, donde el verde trata de elevarse para competir con las cumbres. Después, Albarracín, escalando alturas que parecen inaccesibles.
La pintoresca panorámica queda después empequeñecida por el pintoresquismo interior, el de las calles y plazas, el de los arcos y soportales. Rejas y balconadas salen al paso para rememorar misteriosas leyendas del ayer.
Siempre me llamó la atención Albarracín por lo cuidado que está. Es un conjunto histórico y artístico perfecto, donde se miman los detalles, ya sean relativos al alumbrado eléctrico, ya se refieran al empedrado de las calles a tono con los edificios. Y, a pesar de todo, es algo vivo, latente, lejos de lo que pueda considerarse pueblo museo, a manera de panteón. En Albarracín todo habla y se llena de sugerencias. En todo caso, habrá que admitirlo como museo viviente.
Las calles estrechas y recoletas pregonan su marcada ascendencia árabe; en cada rincón estalla el verde, en macetas y plantas que se llenan de flores para la primavera.
Los hombres esperan en silencio hasta que abril doble la última esquina. Y la puerta de la Maya se llena de enramadas de flores, y las flores se asoman también a la ventana o balcón de la amada, y los Mayos llenan la noche con la cadencia de los siglos:
Ya estamos a treinta
del abril cumplido:
alegráos damas
que mayo ha venido.
La fiesta empieza con el primer alborear de mayo, cuando quedan atrás las últimas doce campanadas de abril cumplido:
Ya llegó la noche:
sea enhorabuena
de cantarle el Mayo
regalada prenda.
La música y la letra llevan el brío de lo popular y la ternura de las canciones de amor, cuando la ronda se llena de requiebros. La serranía se anega de resonancias y los corazones se encienden de luz. Cada bella tiene su Mayo, y la letrilla de la canción, dulce e ingenua, es poesía en todo momento, hasta en la despedida:
Con ésta y no más
dejamos tu puerta;
quédate en la cama
de flores cubierta.
Aseguran que la tradición es antigua.
Los Mayos –me dicen- se cantan desde tiempo inmemorial.
No faltan aquéllos que buscan el origen en la fiesta Mayumea griega. Quién sabe. El caso es que Albarracín recibe al mayo de flores cubierto, hecho canción en los labios y emoción en el pecho.
La ciudad se llena de visitantes que acuden a escuchar los Mayos. Pero los Mayos no hay que escucharlos como una concesión turística, sino como una expresión popular que surge libre y espontáneamente.
Perduran la tradición y costumbrismo, como algo propio de la historia viva. Santa María de Oriente mira a Aragón y a Castilla. Desde la puerta de Molina abre sus ojos de atalaya a las tierras castellanas. Es posible que tradiciones y costumbres traigan resonancias de ambas regiones.
Alfonso Zapater, Esta tierra nuestra I, Adaptación
Albarracín se encuentra en...
la vega del Jiloca.
la vega del Guadalaviar.
la vega del Alfambra.
Este pueblo llama la atención...
por su modernidad.
por su gran extensión.
por lo cuidado que está.
Albarracín puede considerarse como...
un pueblo museo.
un museo viviente.
un museo antiguo.
Albarracín tiene una ascendencia...
Visigoda
Árabe
Romana
Los Mayos llenan de enramadas...
la puerta principal.
las esquinas de Albarracín.
la puerta de la Maya.
La fiesta de los Mayos empieza...
a mediados de mayo.
el dos de mayo.
la noche del treinta de abril.
Los Mayos se cantan...
desde hace quince siglos.
desde hace diez siglos.
desde tiempo inmemorial.
Algunos opinan que esta tradición tiene su origen...
en las fiestas romanas.
en la fiesta Mayumea griega.
en las celebraciones árabes.
¿Qué Virgen mira a Castilla y a Aragón?
La Virgen del Pilar
Santa María de Occidente
Santa María de Oriente
¿Qué puerta se abre hacia tierras castellanas?
la puerta de Molina
la puerta de Bronchales
la puerta de Alcolea